
26 Oct Mochilas llenas de responsabilidad individual
Lo oímos en todas partes: el compromiso nos sacará de la pandemia, podemos ser foco de transmisión o vacuna,…
No hay duda. Nos toca sumar. Pero…
Pero no caigamos en el análisis superficial. No se puede obviar que la responsabilidad tiene grados. Nada tiene que ver la que sale a trabajar sabiendo que puede estar infectada para no perder su empleo de 500€ al mes, con el que organiza un botellón de 100 personas en su chalet. Nada tiene que ver el que se pasa el día en la calle porque vive en un piso de 60 metros con otras 10 personas, con los que desmantelaron la sanidad pública haciendo que tenga una menor capacidad de reacción frente a la pandemia.
Curiosamente son estos últimos, los de los recortes, los que más llaman a la responsabilidad individual. Los que incluso culpabilizan a la empleada probablemente infectada o al que se pasa el día en la calle. Como si simplemente hubiera que decidir y hacer. Como si el contexto fuera neutro.
Estrategia típica de despiste. Miremos todos hacia arriba, que así nadie verá las miserias de lo que ocurre abajo.
Con toda la distancia del mundo (no estoy comparando a las ONGD con los de los recortes), lo anterior me llevó a pensar en la promoción del consumo responsable que se hace desde numerosas organizaciones de cooperación.
Desde hace años le hemos pedido a la gente que vaya en bici o transporte público en vez de en coche; que meta su dinero en un banco ético; que compre ecológico, de temporada y de cercanía; que lo haga en la tienda pequeña del barrio y no en el supermercado; que el café sea de comercio justo; que los electrodomésticos sean A+++, etc.
Y como aquellos de los que hablaba más arriba, lo hemos hecho sin mirar el contexto. Como si simplemente hubiera que decidir sí o no. En algunos casos casi parecía transmitirse que la que hiciera lo contrario era una irresponsable insolidaria.
Quizá nuestras orejeras, que sólo nos dejaban mirar al Sur global y no a la vuelta de la esquina, nos impedían ver las penurias que se viven aquí al lado. Esas que se han hecho más que evidentes con la COVID-19.
No vimos que algunos tardarían 3 horas en llegar a su trabajo si lo hicieran en transporte público porque en sus zonas éste es inexistente o totalmente deficitario. Tampoco que a aquella le pagaban en negro y no podía ir hasta la otra punta de la ciudad a la única oficina del banco ético. Ni que su sueldo de miseria no le llegaba para lo básico, como para pensar en ecológico o de comercio justo. Ni que su jornada de 12 horas de trabajo le permitía llegar de milagro a las 21:55 al súper, y nunca a la tienda de barrio que cierra a las 21:00. O que tras meses de ahorro le llegaba para comprar una nevera de tercera mano, que cuando se fabricó no existía ni la certificación energética.
No era que no querían, es que no podían. El cambio que proponíamos era imposible para la mayoría social. Hacíamos propuestas para una minoría. Para los que tienen cierto acomodo, que están muy lejos de ser la mayor parte del todo.
¿Los cambios que proponemos son realizables por la mayoría social? ¿O solo por una minoría? Clic para tuitear
La estrategia era totalmente desacertada. Mientras pedíamos mochilas llenas de responsabilidades individuales, hubiera tocado política, incidencia y voto responsable. Pero, claro, era mucho más cómodo y mucho menos polémico apelar a la responsabilidad de cada uno. No fuera a ser que nos tacharan de rojos social comunistas.
Pero como suele decirse, nunca es tarde si la dicha es buena, así que podemos poner en marcha algunos cambios. Si queremos movilidad, compra y ahorro responsable siguen siendo necesarias políticas laborales, medioambientales, comerciales, empresariales, de transporte,… acordes con los objetivos de transformación que tenemos. Y ahí, en esa tarea de incidencia, sí que podemos apelar a la responsabilidad de cada uno y cada una prácticamente en cualquier lugar y circunstancia. ¿Estás con el bien común o en contra?
Quizá el único tema a resolver sea el de la participación. Si queremos que sea mayoritaria habrá que salir de internet (no todo el mundo tiene acceso) y ampliar lo geográfico. Porque mochilas para llenar de propuestas de incidencia y voto responsable hay en Sol pero también en Villaverde o Toral de los Guzmanes.
Terminé de escribir este post en Madrid el 26 de octubre de 2020
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