27 Oct Sobre captación, política y ciudadanía en las ONGD
Creo que desde siempre, desde que entré en el mundo de la cooperación, en todas las ONGD, he sido testigo de una cierta tensión entre los departamentos o áreas de captación y los de campañas. El extremo quizá se vive en aquéllas que son capaces de captar socios a través de mensajes que transmiten implícitamente la idea de que con 10€ al mes salvarás el mundo y que, a la vez, tienen importantes programas de incidencia, construcción de ciudadanía, movilización social, etc.
Sin duda en algún momento tendremos que encontrar la fórmula para compatibilizar ambos mensajes sin que sean incoherentes.
Relacionado con este tema, os dejo algunas líneas (bastantes, pero el documento lo merece) de Pablo J. Martínez Osés que forman parte del documento «Redefinición del papel de las ONG: hacia una mirada más política». Os lo recomiendo (por cierto, gracias a Jorge Solana por pasármelo).
Los departamentos de comunicación de las ONG tienen que responder cotidianamente al menos a dos motivaciones difícilmente compatibles. Deben comunicarse para ampliar sus apoyos y atraer a más colaboradores y socios, al tiempo que deben comunicarse para ofrecer respuestas razonables a los conflictos conocidos como la pobreza, la exclusión, la desigualdad, etc. La ampliación del número de colaboraciones y apoyos es una razonable obsesión de las ONG en su motivación por lograr ampliar su campo de influencia, pero no justifica que el enfoque elegido para esta ampliación sea de corte fundamentalmente monetario. Apadrinamientos, colaboraciones tras catástrofes mediáticas, compra de pequeñas «parcelas de desarrollo», tienen en común que apelan al bolsillo de las personas. El mensaje básico que se transmite es «danos dinero para hacer». Con ello se transmiten implícitamente al menos dos ideas: somos capaces de resolver problemas y necesitamos dinero para resolverlos. Es la solidaridad mercantilizada. Este tipo de apelaciones suelen venir adecuadamente descontextualizadas, con el argumento de que las personas quieren saber cómo pueden ayudar con comodidad sin tener que hacer un esfuerzo relevante porque sus ocupadas vidas no les dejan tiempo para la solidaridad. A ellos no les interesan las complejas causas por las que esas personas viven en situación de pobreza. Es más eficaz presentarles la pobreza como una situación de carestía que como el resultado de conflictos de intereses, porque la carestía se resuelve con aportaciones y los conflictos de intereses exigen información, discriminación, participación y finalmente tomar partido.
(…)
Aunque sus campañas de comunicación dirigidas a la captación de apoyos no lo dejen entrever, las ONG no suelen desconocer que las intervenciones que realizan tratan de responder a situaciones generadas por conflictos. La mayoría de ellos requieren de complejas explicaciones y en todos los casos sus soluciones remiten a la necesidad de cambios que se miden en tiempos de largo plazo, los tiempos de los procesos históricos y sociales, difícilmente compatibles con los tiempos del corto plazo que predominan en los mercados. Incluido el mercado de la solidaridad. Las propuestas del largo plazo son habitualmente sacrificadas en las comunicaciones por las presiones derivadas de la búsqueda de resultados cuantitativos inmediatos en el incremento de colaboradores y/o aportantes. Prima la eficacia del corto plazo, aunque se sacrifique el componente transformador de sus mensajes, necesariamente más explicativo, menos maniqueo y de corte más educativo que comercial.
Así el «buenismo» también exige mantener un alto grado de cautela respecto de la dimensión política. Tanto la del origen de los problemas como la de sus posibles soluciones. En ocasiones se confunde esta «cautela» sobre lo político con la idea de la neutralidad política. (…). Es un mensaje, que a juzgar por lo reiterado de su utilización, debe ser considerado como muy eficaz por parte de muchísimas organizaciones: «nosotros no hacemos política, sólo nos dedicamos a la ayuda». De esta forma se explicita la decisión de no tomar partido en medio del fragor de los conflictos que definen los problemas de nuestra sociedad y de las sociedades y contextos en los que éstas operan. (…).
Toda la intervención social -sea con intenciones transformadoras o por el contrario, claramente legitimadoras- presentan una innegable dimensión política. Otra cosa es que convenga o avergüence hacerla explícita. O que esté generalizada la confusión entre lo político y lo partidista.
jupeso1
Fecha 10:19h, 28 octubreBreve pero excelente Jorge.
Considero que la situación actual nos está llevando a ser más reflexivos y es ahí donde las ONG han de centrarse, más que en la entrada de fondos minúsculos que no suponen una calidad.
Tal ves se puede considerar utópico pedir más, pero ¿de que me sirve «dar» de 10€ si no se van a hacer las cosas bien? Si apoyo una causa que sea para que se logre (en la medida de mis posibilidades), pero no creando una estructura derrumbable.
Y ya desde el desconocimiento me atrevo a decir a que las cuotas de socios/as del tipo «apadrina por 1€ al día» me parecen una aberración «¿qué te crees? ¿qué por 1€ vive alguien con decencia?». Es caridad.
#crisispobreza: pasos de buen corredor | Después del Muro
Fecha 10:16h, 13 diciembre[…] Uno es el de mi compañero Savio Abreu (@savianoabreu en twitter) que ayer mismo se estrenaba con esta entrada y otro de Jorge Castañeda (@jcponline) de ONGAWA que lleva ya un tiempo con reflexiones también muy parecidas a las que hago en este blog y de la que rescato (aunque todas son muy interesantes y merece la pena leer con detenimiento) esta. […]
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Fecha 10:23h, 13 diciembre[…] – Unas ONG más políticas […]