04 Sep ¿Voluntariado en la JMJ?
Durante la JMJ hemos podido ver en Madrid miles de peregrinos y muchos “voluntarios”, seguramente varios cientos. Sí, esos del polo verde de la obra social de Caja Madrid con una V enorme en la espalda.
¿Eran voluntarios y voluntarias (se les olvidó el enfoque de género)?
La Ley de Voluntariado dice, en su exposición de motivos, que: “La conciencia creciente de esa responsabilidad social ha llevado a que los ciudadanos, a veces individualmente, pero, sobre todo, por medio de organizaciones basadas en la solidaridad y el altruismo, desempeñen un papel cada vez más importante en el diseño y ejecución de actuaciones dirigidas a la satisfacción del interés general y especialmente a la erradicación de situaciones de marginación y a la construcción de una sociedad solidaria en la que todos los ciudadanos gocen de una calidad de vida digna. Una manifestación fundamental de esta iniciativa social la constituye el voluntariado, expresión de la solidaridad desde la libertad y el altruismo”.
Y añade como definición de voluntariado la siguiente: “el conjunto de actividades de interés general, desarrolladas por personas físicas, siempre que las mismas no se realicen en virtud de una relación laboral, funcionarial, mercantil o cualquier otra retribuida”.
Según la citada Ley “Se entiende por actividades de interés general a efectos de lo dispuesto en el artículo anterior, las asistenciales, de servicios sociales, cívicas, educativas, culturales, científicas, deportivas, sanitarias, de cooperación al desarrollo, de defensa del medio ambiente, de defensa de la economía o de la investigación, de desarrollo de la vida asociativa, de promoción del voluntariado, o cualesquiera otras de naturaleza análoga”.
¿Alguien ve en qué temática encuadrar a los “voluntarios” de la JMJ?
Busco, por si acaso, la Ley de Voluntariado Social de la Comunidad de Madrid: “Se considera voluntario social a toda persona física que realiza una prestación voluntaria, de forma libre, gratuita y responsable dentro del marco de una organización que comporte un compromiso de actuación a favor de la sociedad y la persona”.
La Ley madrileña tampoco aclara mis dudas.
Para mayor desconcierto, la página web de la JMJ indica que los «voluntarios» tienen que abonar una cuota cuyo fin será “el de sufragar y colaborar con los gastos de la JMJ, así como aportar al Fondo de Solidaridad (…). Esta cuota, cubrirá los seguros civil y médico que tendrán los voluntarios, así como el transporte, la equipación y la manutención”.
Tenía entendido que las leyes de voluntariado establecen que los voluntarios tienen derecho a que se les cubran los gastos derivados de su actividad. ¿Querrá esto decir que la JMJ vulneró la Ley de Voluntariado? O, ¿será que estas personas no son voluntarias y, por tanto, se les puede exigir una cuota?
Que no cunda el pánico, no tengo ninguna duda de que no hay ningún tipo de vulneración. Sin duda, legalmente, eran voluntarios, no creo que cometieran un error tan infantil. No obstante, personalmente, creo que denominar “voluntarios” a los colaboradores de la JMJ no hace justicia a las miles de personas que dedican su tiempo en diferentes organizaciones a contribuir a un mundo más justo, más solidario y más sostenible. Me cuesta ver que sea igual el que reparte comida en Cuatro Vientos con el que colabora en un comedor social, o que algo tenga que ver el que recoge a un grupo de jóvenes católicos en el aeropuerto con el que recoge a una persona de Tanzania que viene a sensibilizar a la población española sobre la situación de pobreza que vive su país. Aunque la acción sea prácticamente la misma la diferencia está en que unas tienen como beneficiarios últimos a los más vulnerables y empobrecidos y las otras, las de la JMJ, no.
El uso (y digo uso con toda la intención) de voluntarios de este tipo me parece más bien una estrategia de ahorro de costes de personal y/o de marketing para dar pinceladas sociales a eventos de diversa índole (JMJ, Noche en Blanco, Juegos Olímpicos,…) que una actividad propia del voluntariado.
Resulta curioso, además, que este tipo de eventos casi siempre están apoyados desde las instituciones públicas. Curioso, sobre todo, si tenemos en cuenta que son estas mismas instituciones las que promocionan 2011 como Año Europeo del Voluntariado, con unos objetivos entre los que destaco los dos siguientes:
- Trabajar para lograr un entorno que favorezca el voluntariado: consagrar que el voluntariado forme parte de la promoción de la participación ciudadana y abordar los obstáculos que existen en el desarrollo de las actividades voluntarias.
- Sensibilizar sobre el valor y la importancia del voluntariado: aumentar la conciencia general sobre la importancia del voluntariado como expresión de la participación ciudadana que hace su aportación a asuntos de interés común para todos los Estados miembros, como un desarrollo social armonioso y con cohesión social.
¿Alguien me podría decir en qué han contribuido los “voluntarios” de la JMJ a estos objetivos? ¿Participación ciudadana, interés común, cohesión social? ¿No hubiera sido más correcto ponerles en su polo verde una O de organización, una C de colaborador o una S de staff (ahora que la palabra está tan de moda)? ¿No se ajustan más esos conceptos a la labor que realizaban? ¿Por qué no llamamos a las cosas por su nombre?
Angua Bipolar
Fecha 09:08h, 04 septiembreUna reflexión parecida, pero más light, he tenido yo durante los festivales que he ido este año.
Se desvirtúa la verdadera naturaleza y función del voluntariado. Confundiendo a la gente, y provocando comentarios de «pues no voy a trabajar gratis para gente que va a ganar dinero a mi costa».
Cristian Gregorio Ruiz Luque
Fecha 19:36h, 19 mayoAunque ya va para 6 años desde la JMJ 2011, me permito citar el texto de una de las preguntas frecuentes que hacen los que quieren participar como voluntarios de una JMJ, en esta ocasión la de Cracovia:
Las características del voluntario deben ser:
– testimonio de la fe: compromiso con su parroquia, trabajo en comunidades, experiencia de las JMJ previas o de grandes eventos religiosos
– experiencia en alguna organización no gubernamental o experiencia previa en trabajo voluntario,
– conocimiento de idiomas extranjeros,
– capacidades comunicativas,
– capacidades particulares (p.ej. conocimiento de computación gráfica, DTP, medios sociales, primeros auxilios, etc.).
No es necesario cumplir todas las condiciones arriba mencionadas. Lo más importante es la auténtica voluntad de ayudar a los demás y la motivación que surge de la fe. Por este motivo la decisión definitiva sobre la admisión de una persona al círculo de voluntarios será tomada por la Sección de Voluntariado del Comité Organizador de la JMJ en Cracovia, que tendrá derecho a admitir o rechazar la petición sin dar una justificación.
Yo personalmente tuve la dicha de ser voluntario en Colonia 2005, Río de Janeiro 2013, y Cracovia 2016.
Sobre el aporte económico, es equivalente al que hacen los peregrinos,sólo que un poco menor. y lo que recibimos a cambio es mucho más que «el kit voluntario». Experiencia aleccionadoras, encuentro con Cristo en los demás, nuevas amistades, en algunos casos el amor de la vida (que después se convierte en matrimonio).
Debo decir que nunca, en ningún momento y bajo ninguna circunstancia me sentí usado, en mi trabajo como voluntario.
Siempre he creído que el trabajo voluntario en una JMJ rinde frutos dentro y fuera de la JMJ pues sensibiliza al que está sirviendo para que lo haga como si el servido fuera el mismo Jesucristo. Y eso independientemente del rol que le toque realizar. Luego regresando a su país sin importar si es asalariado o no, buscará al menos en los primeros meses post JMJ replicar desde su realidad el espíritu de servicio.
Más aún y para terminar: tanto cala el ser voluntario JMJ que una vez «bajada la montaña» (parafraseando el evento de la Transfiguración de Jesús), muchos quieren repetir la experiencia en la próxima JMJ.
Con lo anterior soy testigo fiel de que el trabajo voluntario de la JMJ donde quiera que se de: es expresión de la participación ciudadana que hace su aportación a asuntos de interés común.
Cristian G. Ruiz Luque
Panamá