voluntariado Netflix

Voluntariado Netflix

Hace unas semanas estuve en una reunión sobre voluntariado en Oxfam Intermón. Estuvimos hablando de tendencias, oportunidades, amenazas,… También sobre qué pide la sociedad en relación al voluntariado. De esto último quería hablar en este post. Porque me saltan algunas alertas que compartí con ellos y ellas y quería hacerlas extensivas a otras personas interesadas en este tema.

En términos de participación de la sociedad venimos de un modelo que podríamos denominar “sólido”. Se caracteriza (o caracterizaba) por una participación de largo plazo y con personas dispuestas a implicarse en lo que les propongan con tal de sumar. Los sentimientos fuertes de pertenencia a las organizaciones son una de las características de este modelo. Estos vínculos con la entidad tienen un componente emocional muy evidente, casi como si fuera un equipo de fútbol. Los colores aquí también se sienten. Seguro que conocéis a una de esas personas que lleva en una ONG años, incluso algunos décadas.

Aunque ese modelo de participación persiste, ya no es el predominante ni mucho menos. Convive al menos con otros dos.

El primero de ellos, al que podemos llamar “líquido”, supone un compromiso mucho más inestable. Puede ser de alta intensidad en una organización durante un periodo de tiempo. Pero no suele ser de muy largo plazo. Son personas que están unos años a tope en una organización, pero que pasado un tiempo luego desaparecen. Incluso pierden todo contacto. Las razones familiares y laborales suelen estar detrás de esto.

Por otra parte, en este modelo el vínculo con la ONG ya no es inquebrantable. Pueden aparecer dudas y desacuerdos con determinadas actuaciones o políticas. La consecuencia son personas que, aún perteneciendo a la organización, deciden no implicarse en tal o cual iniciativa porque no la comparten. O incluso que la dejan fruto de esas diferencias. La fidelidad deja de ser estilo equipo de fútbol y pasa a ser más racional, basada en una decisión tomada conscientemente en base a una información que está más accesible.

Y el otro modelo es el “gaseoso”. Se caracteriza porque, aunque puede contribuir a los objetivos de una organización, el contacto con ella puede ser inexistente. Quizá con un ejemplo se entienda mejor. Pongamos una persona que lee los informes de una ONG y que abre una web en la que cuelga reseñas de cada uno de ellos. La contribución a su misión puede ser considerable. Pero esta persona puede hacer esa actividad sin haber cruzado una palabra con ninguno de sus miembros. Y aquí es donde se muestra lo gaseoso en su plenitud: puede iniciar ese trabajo en el momento que quiera y desaparecer y dejar de hacerlo también a su elección. No hay permiso, orientación, ni contacto de ningún tipo con la ONG en cuestión.

Ante este cambio en las formas de participación y el creciente predomino de los modelos líquido y gaseoso, a las organizaciones no les queda más remedio que adaptarse. Luchar contra una tendencia social que lo invade todo sería un error. Pero entre adaptarse y rendirse, con sus consecuencias, hay un paso.

Si dejamos la participación en general y nos centramos en el voluntariado, podemos decir que la sociedad demanda cada vez más un voluntariado que podemos llamar “Netflix”. Igual que esta plataforma te permite atiborrarte de series un fin de semana, empezar un piloto y dejarlo a los 10 minutos porque no te convence, o iniciar una temporada, dejarla y retomarla 6 meses después, la sociedad demanda un voluntariado a la medida. De la duración que cada persona quiere, en las cuestiones que quiere y durante el tiempo que quiere.

Como digo es difícil luchar contra esto. Y hay muchas cosas que se pueden mejorar. No puede ser, por ejemplo, que tenga más burocracia entrar a forma parte de una organización que abrir una empresa. Creo que es imprescindible que las puertas de entrada (y las de salida) a las organizaciones se amplíen y flexibilicen. También hay que dar espacio a nuevas formas de participación que no pueden encuadrarse como voluntariado. O quizá tengamos, entre todas, que hacer una reinterpretación menos rígida del término.

Pero lo anterior no quiere decir que haya que convertir el voluntariado en un espacio casi para “niños mimados” en el que puedes cambiar tu compromiso cada mes o puedes hacer una tarea o no hacerla en función exclusivamente de tu agenda.

Para mi, este tipo de voluntariado -que empiezo a ver que cada vez se promociona más- trae aparejados tres grandes problemas. Esas alarmas que os decía más arriba que me van saltando periódicamente.

El primero de ellos es que desvincula el voluntariado de valores como la constancia, el esfuerzo o el compromiso. Luchar contra cualquiera de los problemas a los que nos enfrentamos no se logra con unas horitas cuando nos apetece. De hecho, las propias organizaciones, que son sólo la herramienta para lograr esos cambios, nunca hubieran existido sin una fuerte dedicación de numerosas personas.

El segundo de los problemas es que implícitamente reforzamos el mensaje de que lo colectivo no es importante para lograr los cambios que queremos. Nada más lejos de la realidad. Pese a que las contribuciones desde el salón de nuestra casa pueden ser muy relevantes, el cambio sólo llegará desde lo colectivo. De hecho la lucha es contra un sistema que se frota las manos cuanto más individualistas somos. Los espacios de encuentro, diálogo e intercambio, el cara a cara, siguen siendo vitales.

Y el tercer problema es que reforzamos la crisis de liderazgos que viven las ONG. La mayoría de organizaciones con las que he tenido contacto en los últimos años destacan este tema en el momento en el que empiezas a hablar de participación y base social. No os resultará extraño esa entidad que no encuentra voluntarios que quieran asumir responsabilidades, coordinar equipos, participar en espacios de decisión y dirección, etc. Todas conoceréis la ONG que tiene el mismo presidente desde hace más 15 años. Evidentemente, reforzando ese voluntariado difuso, inestable, poco conectado,… estamos dificultando conocer a personas que quieren dar el salto o que esas personas tengan el espacio para darlo. No olvidemos que, aunque esto de la solidaridad es un tema colectivo, son necesarias personas que tiren del carro.

Por tanto, ojo a esas nuevas formas de participación. Activemos espacios para aprovecharlas. Pero no caigamos en el error de que entren en nuestra organización a costa del voluntariado. A no ser que lo único que nos importe sean las horas de trabajo y muy poco la construcción de ciudadanía desde el voluntariado.

Activemos nuevas formas de participación, pero no a costa del #voluntariado Clic para tuitear

 

 

Terminé de escribir este post en Ibiza el 26 de junio de 2019

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4 Comentarios
  • Santi Bolibar
    Fecha 09:27h, 27 junio Responder

    Una reflexión muy interesante . El reto que plantea a las organizaciones nos obliga a una reflexión y a revisar nuestras ofertas de voluntariado. Gracias Jorge.

  • Pedro
    Fecha 17:47h, 27 junio Responder

    Jorge, estoy de acuerdo contigo en casi todo, excepto en lo de que el voluntariado sea ahora más líquido o gaseoso que antes, de hecho creo que ahora es más sólido y desde luego más numeroso. La frase «cualquier tiempo pasado siempre fue mejor’, suele ir cargada las mas de las veces de muy poca realidad.

    • Jorge Castañeda Pastor
      Fecha 17:55h, 30 junio Responder

      Hola Pedro. Quizá haya fuentes que digan otra cosa, pero lo que yo manejo es que el voluntariado mayor de 18 años casi llegaba al 10% de la población en 2014, mientras que en 2017 bajó a algo menos del 6%. Es decir, que es bastante menos numeroso. Por otra parte, en cuanto a su solidez, es más difícil de medir, pero lo que yo conozco directamente y lo que he podido hablar con compañeros que llevan el tema es que la pertenencia a organizaciones es bastante menos prolongada en el tiempo y mucho más difusa. No es que el pasado fuera mejor, es que era distinto.

  • Pedro
    Fecha 20:51h, 30 junio Responder

    Gracias Jorge, posiblemente me haya dejado llevar por las sensaciones de mi entorno más que por los datos globales. De cualquier forma, tu reflexión no deja de ser más que una llamada al compromiso y la dedicación , lo que siempre es de agradecer. Gracias de nuevo. Un fuerte abrazo.

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